Hay una serie de factores (obstáculos) que pueden dificultar la aplicación y la ampliación efectivas del uso de estas directrices. Estos factores pueden estar relacionados con los comportamientos de las mujeres, los progenitores, los cuidadores o las familias o los trabajadores de salud y con la organización de la atención o la prestación de los servicios de salud. Como parte de los esfuerzos para implementar esta recomendación, es posible que los interesados directos del sistema de salud deseen considerar los siguientes obstáculos potenciales:

• dificultad de acceso de las mujeres y los recién nacidos a los servicios de salud y a los trabajadores de salud, incluida la falta de transporte, las condiciones geográficas y los obstáculos económicos;
• falta de recursos humanos con los conocimientos especializados y las aptitudes necesarios para aplicar, supervisar y apoyar las prácticas recomendadas, incluido el asesoramiento a los clientes;
• falta de infraestructura para apoyar las intervenciones (por ejemplo, falta de suministro eléctrico para la refrigeración; falta de acceso a agua salubre y a saneamiento; falta de acceso a intervenciones o dispositivos digitales; falta de espacio físico para llevar a cabo la atención individual y el asesoramiento;
• falta de tiempo o conocimiento del valor de las nuevas intervenciones por parte de los trabajadores de salud y los administradores de los sistemas de salud;
• falta de recursos físicos (por ejemplo, equipamiento, insumos, medicamentos y suplementos nutricionales);
• falta de oportunidades de formación continua y desarrollo profesional para los trabajadores de salud;
• resistencia de los trabajadores de salud a cambiar de unas prácticas no basadas en la evidencia a otras prácticas basadas en la evidencia (por ejemplo, promover la cura seca del cordón y evitar el uso innecesario de antibióticos);
• falta de mecanismos de derivación eficaces y de vías de atención para las mujeres y los recién nacidos que se considere que necesitan atención adicional (por ejemplo, después del tamizaje universal para la detección de afecciones);
• falta de capacidad para evaluar a la madre y al recién nacido juntos durante las consultas posnatales (por ejemplo, cuando la madre acude a la consulta posnatal sin el recién nacido);
• falta de sistemas de gestión de la información de salud diseñados para documentar y supervisar las prácticas recomendadas (historia clínica de pacientes, registros, etc.).

Habida cuenta de los posibles obstáculos señalados, puede ser prudente adoptar, adaptar y aplicar por etapas las recomendaciones de las directrices. En las listas de consideraciones de aplicación que figuran en el capítulo 4 y en el anexo en línea 5 se presentan diversas estrategias para hacer frente a esos obstáculos y facilitar la aplicación.